
Louis Vuitton se une a la Fórmula Uno. Foto: Formula 1
El inicio de la temporada 2025 de Fórmula Uno con el Gran Premio de Australia el próximo 16 de marzo, tendrá como patrocinante principal del evento a la marca de lujo Louis Vuitton, la cual, aparte de tener señalizaciones alrededor del circuito del Albert Park, estará presente en la ceremonia de premiación del podio, con el estuche (baúl) que contiene el trofeo oficial, similar al que ya provee en el GP de Mónaco desde 2022.
Con la asociación global de la F1 con el grupo LVMH (Louis Vuitton Moët Hennessy) por 10 años y con un valor aproximado de mil millones de dólares (100 por temporada), el conglomerado francés incluirá otros de sus productos, como Tag Heuer y Moët en el circo de la F1.
El fabricante de relojes de lujo suizo TAG Heuer, reemplazará a Rolex como cronómetro oficial de la F1 a partir de esta temporada. TAG Heuer tiene una larga trayectoria en la F1, apareciendo como patrocinante desde hace ya 56 años, cronometrador oficial de 1992 a 2003 y como parte de la sociedad del equipo McLaren a través de sus socios Mansour Ojjeh (fallecido en 2021) y Ron Dennis.
Mientras tanto, Moët & Chandon volverá por tercera vez a ser la Champaña oficial, reemplazando al vino espumante trentino Ferrari, en la celebración del podio desde 2021. Asociada a la F1 desde los años 60, Moët se registra como la primera vez que se roció el espumante en el podio. Fue en las 24 de Le Mans de 1967, con el norteamericano Dan Gurney vencedor con el GT40 Mk IV, como acto espontaneo que se volvió una tradición de celebración en los podios de diversas disciplinas deportivas.
Pero, no solamente las costosas marcas se hacen presente en el lujoso circo de la fórmula uno, como espectáculo deportivo en ascenso. Desde hace 57 años los patrocinadores comerciales han mantenido equipos y sus pilotos, así como a través de los medios de comunicación la propia categoría. Inició con el Lotus de Colin Chapman en 1968 con la marca de cigarrillo Gold Leaf de John Player Special, para incrementarse paulatinamente y así llegar a pagar sumas millonarias -como descrito- convirtiendo la inversión en un producto de élite.
Desde 1972, Philip Morris con su marca Marlboro, se convirtió en uno de los más grandes patrocinadores de la F1, hasta que a partir de la temporada 2007 quedó totalmente prohibido la publicidad de tabaco en la Fórmula Uno, por razones de salud global. Curiosamente no sucedió lo mismo con las bebidas alcohólicas, primera causa de accidentes fatales de alta velocidad en las carreteras. Johnnie Walker es el Whisky oficial de la F1 y patrocinó a McLaren de 2005 a 2017. Aparte de otras bebidas alcohólicas como Heineken por 9 años (patrocinador del GP de Las Vegas), ahora Chivas Regal (con Ferrari) y Glenfiddlich (con Aston Martin) y las no alcohólicas, especialmente Red Bull, propietaria directamente de dos escuderías, la cantidad de productos e inversión por asociación, mantienen la calidad y el éxito comercial para muchos, incluyendo la propia F1.
Ahora bien, el producto es un deporte y como tal debe mantenerse, por eso requiere de la presencia y acción de autoridades que hagan cumplir acertadamente los reglamentos, pero sin detrimento del espectáculo. Un equilibrio necesario para satisfacer al público espectador y a los protagonistas (pilotos y equipos).
No funciona castrar a los pilotos, quitándoles o minimizándoles las oportunidades de luchar en las pistas, la base misma del deporte: adelantar y no dejarse adelantar. Los campeones actuales, como Fernando Alonso, Lewis Hamilton y Max Verstappen, lo han conseguido todo, pero siguen corriendo porque les gusta y se divierten, pero si les falta, se mudan o peor se van.
El actual tetracampeón Max Verstappen, es un buen ejemplo. Un espíritu libre, anticonformista, rebelde y con su propia agenda. No se ve mucho tiempo más en la F1, ciertamente fuera antes de los 31 años. Ha sido muy claro: en Las Vegas se sintió un payaso de un espectáculo más que una competencia, luego amonestado y castigado como un niño por una palabrota en público. Pero resulta, que la F1 necesita estos pilotos, para un buen espectáculo deportivo.
La frase por el periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano en una entrevista en 1999, indudablemente fue profética: “Vivimos en un mundo donde el funeral es más importante que los muertos, el matrimonio más que el amor y el cuerpo más que la mente. Vivimos una cultura del contenedor que desprecia el contenido”. Léase, el baúl del trofeo.
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