
Mohammed Ben Sulayem, Presidente de la FIA (Fédération Internationale de l’Automobile). Foto: Jakub Porzycki / NurPhoto
Siendo esta, la última temporada de Fórmula Uno con las regulaciones técnicas introducidas en 2022, habrá pocas modificaciones antes de un nuevo cambio radical en 2026, para reducir la influencia aerodinámica en el comportamiento de los monoplazas y dar mayor importancia a las especificaciones de la Unidad de Potencia.
Mayormente, los equipos experimentarán con los contornos del complejo piso de los vehículos para mejorar su rendimiento aerodinámico, mientras que las autoridades ya anunciaron que serán más estrictos en el control de la deflexión de los alerones, porque la mayor flexibilidad sobre todo del delantero, contribuyó a mejorar el balance de los monoplazas a alta y baja velocidad; una de las razones fundamentales de la renovada competitividad de McLaren y luego Ferrari.
Los pocos cambios de las regulaciones, no han impedido a las autoridades mostrar y ejercer su poder de mando, sobre todo con modificaciones al Reglamento Deportivo, específicamente en el Artículo 12, concerniente al Código de Conducta.
Impulsado por el Presidente de la FIA (Federación Internacional del Automovilismo) el emiratí Mohammed Ben Sulayem, se implementará a partir de esta temporada una penalización por el uso de lenguaje inadecuado (verbal o escrito) o gestos inapropiados, en todas las categorías, pero sobre todo por los pilotos de Fórmula Uno, en los cuales la multa será el cuádruple. Así, una primera “infracción” en la F1 acarreará una multa de 40.000 Euros, la segunda 80.000 con una exclusión suspendida de correr por un mes y la tercera con 120.000, la suspensión por un mes y una deducción variable de puntos en la clasificación.
Muy probablemente la medida es un reflejo de los acontecimientos iniciados en el GP de Singapur en esta campaña pasada, siendo Max Verstappen penalizado con trabajos comunitarios por el uso de una mala palabra en la Rueda de Prensa antes del evento, que ridiculizó el neerlandés por respuestas monosilábicas en la oficial posterior a la carrera, para luego atender en pleno a los periodistas en privado.
La posición autocrática y excesiva del Presidente, ha llevado al conjunto de los pilotos y en declaración del director de la GPDA (siglas en inglés de la Asociación de Pilotos de los Grandes Premios) George Russell, a manifestarse, que una mala palabra emocional no es lo mismo que insultar a alguien en particular, pidiendo que no se les trate como niños. Si bien, estos códigos de conducta existen en otras disciplinas deportivas como la NFL, la FIFA e incluso el COI, mayormente son en relación con la posible afectación del deporte o de sus autoridades (lo cual ya estaba incluido en la FIA).
Como esto queda totalmente a discreción de los comisarios y las autoridades deportivas, basta con tres GP con palabras inapropiadas, para que un piloto sea condenado por “mala conducta”, quede fuera un mes de las competencias y le sean retirados puntos en el campeonato (aparte de los 240.000 Euros, que eventualmente pueden llegar hasta el millón a criterio de la autoridad).
Excesivo o no, por un lenguaje más criticado hace unas décadas que en la actualidad, esto ha caído mal en la comunidad de la F1, sobre todo sus pilotos, adultos jóvenes mayormente con una personalidad “rueda libre” y de poca adherencia al autoritarismo.
Autocracia que ha ejercido Ben Sulayem en sus 4 años al frente del organismo rector del automovilismo mundial, de la cual hay suficientes ejemplos de sus controversiales decisiones y de involucrarse en asuntos que no debiera.
Comenzó por criticar a Lewis Hamilton por no asistir a la premiación del campeonato 2021 que perdió en forma controversial en Abu Dhabi con Verstappen y que debería ser penalizado por no cumplir con las reglas, pero luego no hizo nada. De nuevo confrontó con Hamilton al reforzar la prohibición del uso de joyas y sobre todo la remoción de los piercing durante las carreras. Continuó, con la implementación de la prohibición a los pilotos de hacer declaraciones “políticas y/o religiosas”. Confrontó a la F1 al aceptar la petición de entrada de Andretti, para ser negada posteriormente por Liberty Media y los equipos, al no querer estos compartir ganancias.
Tampoco cayó bien, opinar sobre el precio excesivo que se había ofrecido por la compra de la F1 en 2023 por el Fondo de Inversión Pública de Saudi Arabia por 20 mil millones de dólares, afirmando así, tener conocimiento interno de una compañía con accionistas y listada en la bolsa de valores. Una de sus opiniones menos acertadas por su alto contenido de misoginia, fue ese mismo año al declarar, “que no le gustaban las mujeres que pensaban que eran más inteligentes que los hombres” (la FIA tuvo que aclarar que no se hacía eco de la opinión personal del presidente).
A esto, se le suma la salida de la organización en los últimos meses de al menos una docena de altos oficiales, incluyendo antes de terminar la temporada pasada del director de carrera Niels Wittich. Todos, aparentemente por desavenencias con el jefe.
Sin duda, su relación con los pilotos no es buena, pero tampoco le importa mucho. Por ahora lo que le interesa es la reelección este año y los votos los tiene, porque también tiene bastante para repartir. Por lo tanto, no se sorprendan si en las próximas carreras, al ocurrir algún percance inesperado, oigan al piloto vociferar algo así como “Recórcholis”, “Cáspitas”, “Cóntrale”, etc.
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