Gene Kelly, protagonista de “Singin’ in the Rain”, exitoso musical de Hollywood, 1952. Foto: Britannica.
Este fin de semana pasado, el Grande Prêmio de São Paulo de Fórmula Uno rindió homenaje al inolvidable Ayrton Senna, con una presentación -conducido por el ciudadano honorario Lewis Hamilton- de su McLaren/Honda MP4-5 con el cual el paulista conquistó el campeonato de 1990. Sin embargo, fue Max Verstappen, quien se vistió de Senna para ofrecer una obra maestra de manejo bajo la lluvia, para un triunfo vital para sus aspiraciones de revalidar por tercera vez la corona como el mejor piloto del momento.
En un fin de semana nada auspicioso, el neerlandés llegaba a Interlagos con una doble penalización en Ciudad de México -por sacar de la pista en dos ocasiones a su mayor rival-, pierde por primera vez una carrera al Sprint y queda en el 17º puesto de la parrilla -por una bandera roja en la Q2 y 5 puestos por cambio del motor de combustión interna de su RB20-, mientras Lando Norris triunfaba en el Sprint y salía de la posición de vanguardia de la parrilla de salida.
Pero, llega la lluvia -el gran igualador- y las máquinas dejan de ser lo más importante, para ser el factor humano el preponderante. Más que nunca se hace imprescindible tener la sensibilidad de saber cuando arriesgar y cuando esperar el momento oportuno para hacerlo. Allí, con un manejo impecable, del 17º llega al 1º, con adelantamientos precisos y limpios, que recuerdan grandes demostraciones en esas traicioneras condiciones climáticas, como justamente la de Senna en el Donington Park en el GP de Europa de 1993 o la del propio Verstappen en este mismo escenario en 2016.
Así, un potencial final con Norris a solo 19 puntos, se convierte en 62 de ventaja para Verstappen, quien ahora puede lograr su cuarto campeonato en la próxima carrera, en Las Vegas, si termina con una ventaja de 60 puntos sobre el británico, quien apenas pudo concluir en el sexto lugar en Brasil, en una pobre demostración, llena de errores y falta de concentración.
Perdió por novena ocasión ( de 10 poles) la primera posición en la primera vuelta (esta con George Russell) y posición en la pista por irse de largo en tres curvas. Además del lapsus con la salida abortada (por el despiste de Lance Stroll) al no detenerse en la parrilla, por lo cual sería multado y luego preguntar a su equipo si con la Bandera Roja, Verstappen podía cambiar de neumáticos.
Restando aun tres carreras y una corta de Sprint en Catar, las posibilidades permanecen abiertas matemáticamente, pero el golpe anímico sobre Norris y McLaren es mucho mayor que los puntos perdidos y las posibilidades cada vez menos. Aun así, es una hipocresía declarar ahora, que nunca pensaron en el título de pilotos y solo les interesaba el de constructores.
Si bien pueden estar quitándole presión al piloto británico en las carreras restantes y rezar por tropiezos, también podrían estar enterrando las posibilidades futuras de Norris para siempre, sobre todo que el ambicioso Oscar Piastri, no siempre le estará regalando posiciones. Declararse vencidos, no es una opción alentadora en este mundo de las carreras, sobre todo al nivel de la F1. No pocos han luchado hasta el final y han triunfado.
Verdaderamente fue una carrera de campeonato. Regresa la calma a Milton Keynes e independiente de los resultados finales, Verstappen demostró que se merece el cuarto campeonato, así como Norris aun no el primero.
A pesar de que no se oyó, no es de extrañar que Verstappen desde que alcanzó el primer lugar al adelantar a Esteban Ocon en la vuelta 42, por las últimas 27 parecía estar cantando bajo la lluvia.
Be the first to comment