El Sindrome Senna-Prost

Alain Prost y Ayrton Senna sobre el McLaren MP4/4-Honda Turbo de la temporada 1988. Foto: Grand Prix Photo.

La temporada 1988 de Fórmula Uno se caracterizó por la lucha por el campeonato de los dos pilotos del equipo McLaren, ganando 15 de las 16 carreras de esa campaña, con 8 triunfos para el brasileño y 7 para el francés, quien a pesar de colectar más puntos que su compañero de escudería (105 vs 94) terminó por perder el campeonato de pilotos por tres unidades (90 vs 87), debido a que solamente contaban los 11 mejores resultados, teniendo el galo que desechar aparte de dos retiros, 3 segundos lugares como los peores resultados, mientras que Senna descartaba 3 retiros, un sexto y un décimo lugar.

Recientemente, Neil Oatley, quien se convirtiera a partir de la temporada 1989 como el jefe de diseño de la escudería inglesa, fue entrevistado por Matt Bishop de la revista Motor Sport, a quien hizo inéditas revelaciones sobre el comportamiento de ambos pilotos.

La  extraordinaria  paridad  entre  ambos  contendientes  al  título  con monoplazas prácticamente idénticos, llevó según el ingeniero británico, a un “extraño miedo” de cada uno de ellos de ser vencido por su mayor enemigo. Por tal motivo, sus preparaciones y soluciones en sus respectivos vehículos para cada uno de los eventos de la temporada, siempre era muy similar.

Preferían no dar ventaja alguna, desechando soluciones que podrían ser mejores  en  esa  carrera,  por  la  posibilidad  que  su  escogencia  en  la preparación del monoplaza pudiera ser peor que la del contrario. Ambos rechazaban explorar arreglos que pudieran hacerlos más rápidos por vuelta por sugerencias técnicas de sus ingenieros, por el miedo a ser derrotados si no funcionaba como previsto.

Un factor psicológico que los haría más precavidos, menos agresivos y menos dados a tomar riesgos innecesarios, esperando que el contrario fuera el que tuviera el percance que le daría la ventaja en puntos, más que una confrontación directa en las pistas. Con una ventaja enorme de McLaren sobre los demás competidores -terminando la campaña con más del triple de puntos que el segundo lugar que ocuparía Ferrari- las carreras se volvieron monótonas, hasta que en los últimos capítulos se vieron en la necesidad de jugar más fuerte, para luchar por el objetivo final, el campeonato de pilotos.

Ese campeonato se podría decidir en la penúltima carrera, el GP de Japón en el circuito de Suzuka. Si el paulista llegaba delante de Prost, sería campeón, mientras que lo contrario llevaría la definición a la última competencia de la temporada, en Adelaida, Australia. Senna salía de la posición de vanguardia de la parilla de salida por duodécima ocasión en el año, pero se quedó en la arrancada al apagarse el motor y ver como se evaporaban sus posibilidades de victoria y de lograr coronarse en el trazado nipón.

Pero, gracias a las características de la recta principal en bajada, logró reactivar el motor Honda de su monoplaza y terminaría la primera vuelta en el octavo lugar y en la 20ª de 51 ya segundo detrás de un Prost confiado en una muy posible victoria.

Sin embargo, a mitad de la carrera comenzó a llover y cambió radicalmente el destino del evento. En su ámbito preferencial, logró adelantar a Prost y terminar la carrera con su primer campeonato de tres, que conseguiría otra vez en 1990 y 1991.

En esta temporada del 75º aniversario del inicio del campeonato mundial de pilotos en 1950, de nuevo, dos pilotos de McLaren se encuentran en similar circunstancia que el Senna-Prost de 1988, con actitudes también bastante similares. Cada uno espera que al otro le suceda algún percance que significaría una separación inmediata de 25 puntos -si gana-, muy difíciles de remontar, de acuerdo a lo que se está viendo.

Por ese motivo se explica que, con un monoplaza muy por encima en velocidad y prestaciones que los demás, al no tomar riesgos que podrían acarrear malos resultados y sobre todo favorecer al contario, aparece otro piloto de otro equipo por delante de ambos. Así sucedió en el recién disputado GP de Hungría, con Charles Leclerc obteniendo con su Ferrari la primera posición en la parrilla de salida, a pesar de de considerar que no había hecho nada en especial para merecerla. Tomar a veces decisiones estratégicas diferentes durante una competencia en curso, es una de las pocas formas de lograr un posible o remoto objetivo cuando no “hay nada que perder”.

En algún punto de las 10 carreras restantes, que bien podría ser en la última o penúltima de la campaña, uno tendrá que arriesgarse para tratar de doblegar al contrario, terminando finalmente exitoso o derrotado en su intento.

Por ahora, el miedo de ser vencido prevalece tal como lo fuera hace 37 años por un par de leyendas del deporte a motor en su máxima expresión. La paciencia a alta velocidad es un acto difícil de controlar, pero una cabeza fría va a ser indispensable para prevalecer.

formulaburgerf1@gmail.com

Acerca de Bruno Burger 191 Articles
Miembro titular de la Comisión Médica de la FÍA para F1 (1995-2015).

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