Christian Horner y Jos Verstappen. Foto: @Autosport.com
Durante los siglos XVII y XVIII la historia se refiere en las Guerras Anglo-Neerlandesas a varios conflictos militares armados entre el Reino de Inglaterra y las provincias Unidas de los Países Bajos, por el control de las rutas comerciales marítimas, sobre todo en el basto territorio surasiático.
En un ejercicio netamente especulativo, pareciera que de acuerdo a las publicaciones recientes que involucran al director del equipo Red Bull de Formula Uno, su imagen se intentó socavar, primero acusándolo de trato inapropiado hacia un personal femenino de la empresa, lo que ameritó una exhaustiva investigación independiente, de la cual fue librado de culpa (pero evidentemente no salió ileso), para inmediatamente después aparecer aparentes pruebas de mala conducta enviadas a múltiples medios en forma anónima.
Finalmente surge en la escena Jos Verstappen, el padre del tricampeón reinante, para declarar que la presencia del británico en la escudería de la bebida energética la va a dañar irremediablemente. No hay que ser maquiavélico para pensar que el origen de toda la trama proviene del neerlandés y su entorno.
La pregunta es ¿porqué? Al ser de inmediato el principal sospechoso, el propio Jos adelantaría: “para que yo voy a hacer esto si mi hijo está muy bien, el equipo funciona con un gran monoplaza y está ganando”. Descarten la envidia y animosidad personal. Se podría pensar en desacuerdos por un mejor contrato para Max, lo cual involucraría directamente a su jefe de equipo; pero no, en todo caso el motor común denominador que los mueve es el Poder.
Ambos, sin necesidad de tener datos objetivos que lo demuestren, desearían tener más poder dentro del entorno de Red Bull, incluso más allá del equipo. Para Jos Verstappen, pero también para Christian Horner, los éxitos les pertenecen -uno por ser el padre de la criatura y el otro como jefe del equipo que ha cosechado seis títulos de constructores y siete de pilotos- por lo que no es descabellado que pretendan mayores beneficios, no solamente en el entorno de la Fórmula Uno, sino a nivel comercial de la bebida energética, aduciendo: ¡se venden más latas porque ganamos en la F1! Indudablemente habría que considerar que con igual ambición cada uno estorbaría al otro.
Por eso las grandes compañías agregan la disponibilidad de acciones para su personal ejecutivo, logrando beneficios económicos adicionales como parte de su trabajo. Sin embargo, Red Bull es una empresa privada con solo dos accionistas (actualmente el tailandés Chaleo Yoovidhya el 51% y el austríaco Mark Mateschitz 49%), por lo que tendrían que buscar otras formas de beneficiarse, por ejemplo, estar en la junta directiva o en alguna forma estar en la posición de tomar decisiones comerciales que los puedan beneficiar, porque al momento, al finalizar sus respectivos contratos, es decir adiós.
Ciertamente, este tema tan novelesco y no terminado aun, ha llenado páginas de los distintos medios de comunicación y redes sociales, mientras en las pistas se inició la temporada de la F1 como terminó la anterior. El “extraterrestre” Max Verstappen y el monoplaza RB20 de Red Bull, dominaron el Gran Premio de Baréin, terminando 1-2 con el mexicano Sergio Pérez. El neerlandés además consiguió, para un inicio de campaña soñado, su quinto Grand-Slam (Pole, victoria, vuelta más rápida y único líder de la carrera)en su historial de piloto en la máxima categoría del automovilismo mundial.
El secreto del éxito para esta nueva temporada en el novedoso diseño del RB20 por el equipo de Adrian Newey, fue centrado en lograr una menor degradación de los neumáticos, lo cual fue demostrado al ser la única escudería entre los primeros 10 clasificados que utilizó los compuestos más blandos en su segunda parada, mientras el resto repetía con los más duros, porque no confiaban en que utilizándolos pudieran llegar en buen estado hasta al final. Con ese compuesto blando, Verstappen lograba un giro casi 3 segundos más rápido que lo que venía haciendo regularmente, para obtener la vuelta más rápida de la carrera y dejando entrever que tenía aun mucho más de lo enseñado.
Del resto, poco. Ferrari y Mercedes en parte comprometidos por problemas de recalentamiento -frenos y motor respectivamente- a pesar de las buenas temperaturas nocturnas del desierto. McLaren y Aston Martin por evolucionar. Este fin de semana se corre al otro lado de la península arábiga, también carrera nocturna (sábado 1 pm, hora de Venezuela).