Centenario del origen del logo icónico del automovilismo mundial. Foto: Ferrari.com
Con los ensayos previos en esta semana, se inicia la 74ª temporada de Fórmula Uno, con la primera cita en Baréin el día 5 de marzo, para la carrera oficial número 1080 desde el inicio del campeonato mundial en 1950.
Se llenarán nuevas páginas en la rica historia que se inició con el primer Grand Prix en 1906 -nombre reservado a las carreras de la máxima categoría del automovilismo mundial-, con los recuerdos de las grandes luchas en las pistas entre aguerridos pilotos, sus triunfos y derrotas, celebraciones y tragedias, anécdotas y conmemoraciones, creando día a día nuevos datos estadísticos que, a pesar de ser solo números, nos sirven para llevar una cuenta que se renueva permanentemente.
Este año se celebra un hecho histórico para el automovilismo mundial y la Fórmula Uno en particular. Es el centenario del origen del logo de Ferrari, que ha quedado como el icónico símbolo de la industria de vehículos deportivos y de carreras.
En 1923, Enzo Ferrari, quien trabajaba para Alfa Romeo y aun corría, ganó de punta a punta con un RLTF de fuerza libre en el circuito de Ravena (al norte de Italia). Recibió del Conde Enrico y la Condesa Paulina Baracca de Ravena el trofeo al ganador con el emblema del “Cavallino Rampante ” que portara el hijo de ellos, Francesco, en su avión de combate en la primera Guerra Mundial (abatido en 1918), a fin de que lo colocara como amuleto en sus vehículos de carrera. En 1929, cuando “il Commendatore” funda en Modena la Escudería Ferrari S.p.A. con vehículos Alfa Romeo, comienza a utilizar el emblema, pero solo en la correspondencia y publicaciones oficiales de la escudería, porque en los vehículos se seguiría utilizando el emblema de Alfa Romeo para las competencias: el trébol de cuatro hojas sobre un triángulo blanco.
El escudo Ferrari con el Cavallino Rampante apareció por primera vez sobre los vehículos de la escudería en 1932, en las 24 horas de Spa y en sus propios vehículos Ferrari en 1947, después de separarse de Alfa Romeo y mudarse a Maranello en 1943.
En1923, primer año de las 24 horas de Le Mans, solo se efectuaron tres Grandes Premios. El de Francia -en su novena edición y sexta locación distinta- en un circuito triangular de 22.8 kilómetros en Tours, el tercero de Italia (inició en 1921 en Brescia y desde entonces siempre en Monza, excepto en Imola en 1980) y el primero de España en Sitges en las afueras de Barcelona en un trazado fuertemente inclinado y nunca más utilizado.
Sin embargo, esa ya centenaria temporada del automovilismo deportivo, tendría hechos resaltantes. Fue la primera victoria de un motor sobrecargado, al introducir Fiat el modelo 805-405 con un enlace mecánico al motor que accionaba una bomba que comprimía y forzaba aire a los cilindros para una mezcla más rica del combustible y unos 20 a 30 bhp más de potencia. El triunfo fue en el GP de Italia (también denominado primer GP de Europa), porque por problemas de fiabilidad se retiraron sus tres vehículos en Francia, donde triunfaron por primera vez en un Grand Prix, piloto y vehículo británicos; Henry Segrave con un Sunbeam.
Muy por delante de su época aparecieron en los GP de 1923, un vehículo con motor trasero, el “tropfenwagen” de Benz (pero lento por un motor poco potente) que probablemente inspiró a Ferdinand Porsche en su Auto Union una década después, un monocasco de madera prensada producido por Voisin Laboratorie cuatro décadas antes que Colin Chapman con el Lotus 25 y un Bugatti aerodinámico, el tipo 32 denominado el “tanque” por su peculiar forma.
Innovaciones tecnológicas aventuradas hace 100 años, que naturalmente influyeron en el desarrollo ulterior de los vehículos de carrera.