Hundiéndose

Sergio “Checo” Pérez, piloto del Red Bull Racing Team de Fórmula Uno. Foto: Motorsportmagazine.com

Este fin de semana se corre en el Autódromo de los Hermanos Rodríguez,  el  vigésimo  tercer  Gran  Premio  de  México,  casi exactamente 60 años después del primero, el 27 de octubre de

1963, carrera ganada por el previamente coronado piloto escocés Jim Clark, al volante del exitoso monoplaza Lotus 25, sobre el cual triunfó en siete de las diez competencias válidas de esa campaña, incluyendo  esa  en  el  trazado  denominado  para  el  momento Circuito  Ricardo  Rodríguez,  fallecido  el  año  anterior  en  un accidente en el mismo trazado, en las pruebas antes de la carrera preparatoria, no válida para el campeonato de la F1).

Sesenta años después, también ya coronado, Max Verstappen se presenta en Ciudad de México con la muy factible posibilidad de batir su propio récord (2022) de 15 triunfos en una temporada, ahora dentro del selecto club de los ganadores de al menos 50 GP. Uno más y alcanza a Alain Prost, tres a Sebastian Vettel.

Aunque, la mayoría de las miradas estarán sobre su compañero de equipo, el local Sergio “Checo” Pérez, quien tiene la difícil tarea de conseguir un buen resultado (lo mejor una victoria) que lo reivindique ante su público por el descalabro, después de una segunda victoria de la temporada en Azerbaiyán (14 GP atrás), contando con un vehículo similar al de Verstappen, ni siquiera logrando clasificarse para la primera fila de la parrilla de salida desde la 5ª válida con Pole en Miami.

A pesar de tener un contrato vigente hasta finalizar la próxima temporada, sus resultados ponen en duda su continuación en la escudería de la bebida energética, puesto, que puede mantener por falta de un reemplazo adecuado. El otrora heroico “Ministro de la Defensa”, para algunos, bien pudiera anunciar su salida decorosa y menos traumática en este próximo GP en casa. Un retiro con dignidad, para quien tiene más daño psicológico que falta de capacidad para al menos estar detrás de su invencible compañero.

Es posible que un cambio de ambiente puede ser conveniente para mejorar su autoestima, si se queda en la F1.

Indudablemente que la pérdida del subcampeonato sería fatal, sobre todo con Lewis Hamilton, quien con mayor motivación – a pesar de sus dificultades- ha sido más consistente y solamente por percances en las dos últimas competencias -la colisión con su compañero de equipo en Catar y la descalificación del segundo lugar en Austin, Texas- el mexicano ha podido mantener el subcampeonato con una ventaja actual de 39 puntos.

Por cierto, que desde hace 29 años no se descalificaba a pilotos por el exceso de desgaste del tablón longitudinal central colocado en la  parte  inferior  del  piso  del  monoplaza.  Fue  a  Michael Schumacher  con  el  Benetton/Ford  B-194,  excluido  de  la clasificación del GP de Bélgica de 1994, perdiendo el primer lugar logrado en pista. Justamente, se había introducido ese año para impedir que los monoplazas corrieran con el piso muy cerca del asfalto, debido a que se consideró que una posible causa del accidente mortal de Ayrton Senna en Imola el 1º de mayo, fuera la pérdida total de adherencia al bajar demasiado el vehículo en el bache de Tamburello.

Con el efecto de agarre determinado por los alerones, el asunto dejó de ser un problema porque la altura al suelo no era el factor principal. Sin embargo, ahora con el efecto adherencia supeditado al piso y a los túneles laterales, el tablón volvió a ser una consideración  para  evitar  un  monoplaza  muy  bajo,  que indudablemente aumenta el agarre. Para todos, excepto Red Bull, el problema fue que al bajar mucho la altura al suelo se presentó un  rebote  intermitente  (Porpoising),  que  casi  todos  han eliminado por modificaciones en la estructura del piso y las suspensiones.

La pérdida de más de un milímetro en el tablón (antes de madera dura, ahora de un compuesto sintético) significa la exclusión automática,  por  la  ventaja  aerodinámica  que  implica  un monoplaza más cercano al asfalto. En este caso resultó en la del segundo lugar del Mercedes W14 de Lewis Hamilton y el sexto lugar del Ferrari SF-23 de Charles Leclerc.

A pesar de la protesta, mayormente de la prensa británica, porque se implementa el escrutinio en solamente algunos vehículos después de cada carrera, por razones de tiempo y con el mismo proceder de otras disciplinas deportivas con el dopaje, es aleatorio y básicamente standard con los ganadores y los primeros lugares.

Desde que se volvió a correr en Ciudad de México en 2015, únicamente Mercedes (Rosberg o Hamilton) y Red Bull con Verstappen han logrado la victoria. ¿El secreto?… la altura sobre el nivel del mar favorece a los más estables con menos agarre.

formulaburgerf1@gmail.com

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Miembro titular de la Comisión Médica de la FÍA para F1 (1995-2015).

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